Los precios de la hacienda y de la carne siguen perdiendo terreno

Al cerrar el 2022 y conocerse la evolución total de la inflación a lo largo de los 12 meses se observa con claridad que una de las anclas con las que contó el Gobierno para evitar las tres cifras tan temidas fue la carne vacuna que contuvo primero al rubro de alimentos y finalmente al índice general. Y lo hizo a lo largo de todo el período.

Es que la carne vacuna es un elemento central en la dieta argentina, aunque claramente la “canasta de cortes” se fue diversificando cada vez más hacia otras opciones, especialmente el pollo y el cerdo. El resultado final de 2022 muestra que en promedio cada argentino consumió 47,2 kilos de carne vacuna, una de las cifras más bajas de la historia aún con precios relativamente baratos en relación a otros bienes y servicios.

Tomando los datos oficiales del Indec, en la región Pampeana el precio promedio de la carne picada aumentó 48% entre diciembre de 2021 y diciembre de 2022. Luego, en Gran Buenos Aires, que es donde realiza el relevamiento el Instituto de Estadísticas, el asado subió 40% en el año, la paleta 45%, el cuadril 44% y la nalga el 43%. Todos los cortes tuvieron así un incremento menor a la mitad de la inflación anual que alcanzó el 94,8% y que el rubro alimentos, que cerró con el 95%.

La explicación de lo que ocurrió con la carne y los motivos para que pierda fuertemente la carrera contra la inflación hay que buscarla en los eslabones anteriores de la cadena ganadera, especialmente entre productores y feedloteros que atravesaron un año para el olvido y el arranque de 2023 no les está brindando un horizonte diferente por ahora.

Javier Rotondo es presidente de Cartez y productor ganadero y remarca que el precio de la hacienda tuvo un alza apenas por encima del 50% durante el año pasado.

“Esta semana estamos asistiendo a una leve recomposición de precios y sumamos dos semanas con esa tendencia pero creo que por la demanda puntual del turismo, que normalmente ocurre. Pero más allá de eso, venimos con un precio planchado en donde el productor terminó con 52% de incremento en la hacienda en pie, por lo cual perdió y mucho. Hoy el feedlot está en rojo y eso se debe a que el valor del maíz subió y del otro lado el precio de la hacienda se mantuvo sin cambios. El resultado es un engorde a quebranto, con pérdidas por encima de los 20 mil pesos por animal”, indicó el directivo riocuartense.

Rotondo no descarta que hacia adelante exista una tensión en el arranque mismo del otoño, en donde pueden converger una serie de factores que impulsen los precios. “Hacia adelante puede haber una puja que puede recalentar el precio a fines del período de vacaciones. Los feedlots no están llenos, vamos a tener presión sobre los terneros por menor oferta debido a los incendios en Corrientes y la sequía generalizada en el país. A eso se suma la incógnita del maíz y su producción que es un insumo clave para los engordes intensivos. Si se acomodan las lluvias a partir de ahora tendremos maíces recién a partir de junio y para la demanda al comienzo de los destetes, que es donde se abastece la mayor parte de los corrales, entre marzo, abril y mayo, no va a estar esa materia prima disponible para alimentar. Eso puede dar una oferta muy escasa y presionar los precios. Ahí los ganaderos podemos estar nuevamente en el ojo de la tormenta por el precio de la hacienda”, destacó.

Con respecto al modo en que se pueden acomodar los nuevos valores, Rotondo recordó que “el precio de la hacienda en una economía inestable como la nuestra tiende a recuperarse por espasmos y la sumatoria de factores como la falta de oferta y de materia prima de maíz en marzo y abril va a recalentar los precios. Es una cuestión de oferta y demanda”, explicó.

Por último, remarcó que “hoy el ganadero está en situación compleja, de quebranto; el de cría recompuso algo el valor de la invernada, pero la verdad es que la situación es muy difícil hacia adelante, en particular en el segundo trimestre del año. Y lo del maíz va a generar problemas no sólo en la cadena vacuna, sino también en pollos y cerdos”, advirtió.

Diego Sallaberry es productor ganadero en el noreste de La Pampa, en el departamento Quemú Quemú, y uno de los más activos del rubro en las redes sociales. En diálogo con Tranquera Abierta, “el Vasco”, como lo conoce la mayoría, asegura que “la ganadería está atravesando una tormenta perfecta” porque tanto la demanda interna como la externa se desinflaron.

“Hay un freno en la economía global que afecta; China con los nuevos encierres por el Covid también decayó y es uno de los principales compradores de todo lo que antes no se vendía. A su vez, internamente la inflación pega mucho en los bolsillos y el consumo está paralizado. Hay algunos picos estacionales en vacaciones y marzo, que es cuando se reanuda la actividad, y eso tiende a recomponer los precios”, explicó.

La tormenta perfecta porque además hay sobreoferta debido a que muchos productores por la seca debieron encerrar, y eso que comenzó hace 3 o 4 meses aumentó mucho la disponibilidad de carne actual. Del encierre, una vez que el animal está listo no hay más posibilidad que enviarlo al mercado.

En referencia a los valores, Sallaberry remarcó que “los números están muy complicados. El precio del novillo no varió casi desde abril y con una inflación que a partir de ese mes fue del 70%; eso hizo que la hacienda se retrasara mucho en su valor con respecto al resto de los precios de la economía”.

Y luego fue a un costo central: “Sumemos el precio del maíz que está alto en términos históricos, y para terminar los novillos el 90% se encierran con granos. Eso cierra la tormenta perfecta”, graficó.

Por ese motivo destacó que el negocio “está muy, muy complicado. Los números del encierre no dan en lo más mínimo y la poca ganancia que puede haber en la cría y recría se va de las manos en los tres meses de encierre. Hoy un feedlot que no está integrado hacia arriba o hacia abajo está perdiendo más de $30 mil por cabeza”, estimó.

Por último, hacia adelante, el productor pampeano remarcó que “el panorama no luce alentador. A futuro lo único que puede llegar a ajustar es el stock. La sequía reducirá el peso al destete y las cantidades de terneros, pero por otro lado seguramente habrá una sobreoferta de vacas vacías. Por eso a futuro tampoco lo veo alentador, y todo acentuado con que al asalariado le cuesta cada vez más ir al supermercado”, concluyó.

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